jueves, 21 de agosto de 2008

Crónica de un borracho



Una hoja en blanco es el despertar de un nuevo minuto que se fue, de un sueño al que no volvemos a entrar, es la oportunidad de cambiarlo todo.
Pablo es un pibe normal…si es que podemos partir de ese parámetro. Tiene 29 años, todos los días va muriendo lentamente, casi cobardemente, en un vaso, ahogándose en un vaso de cerveza.
Un cigarrillo, trato de convidarlo pero no acepta, trata de convidarme un vaso pero no acepto, recuerdo épocas pasadas, cada cual se mata como puede me contesta y sonríe levemente; como excusándose, y lo entiendo.
- ¿En qué andas Pablito? – En una media sonrisa levanta el vaso casi tibio de cerveza y la termina con el vaso en la boca. Me mira un poco sin mirar, como si no estuviera ahí. Tiene ganas de hablar, como todos los borrachos, siempre tiene algo que decir. Como todo perdedor, no esta dotado con eso que los más sabios llaman suerte. Mientras me cuenta desventuras actuales: la mordedura de un perro, el malestar depresivo de la relación con su padre, quien es un prominente abogado de la capital tucumana, quien ha hecho todo lo posible para sacarle el vaso…
Tiene los parpados caídos, con una mirada triste aunque siempre te reciba con una sonrisa, la voz temblorosa a punto del llanto cada vez que emula una palabra. Siempre.
Otro cigarrillo y el calor del verano ya es insoportable…A veces ni siquiera me habla pero es inevitable mirarle, siempre encontré algo deslumbrante en los perdedores, algunos lo llaman morbo, yo los llamaré perdedores hermosos. Así, aunque a veces no menciona palabra se queda mirando la espuma de la cerveza, como si lo transportara a algún lado quizás a lo mas amargo de su madre.
- Mi mamá tenia cáncer, vivió toda mi adolescencia en una cama sin yo poder ayudarla, yo la miraba mientras fumaba un faso y me reía. Mientras ella babeaba y estaba toda cagada, mientras mi papa se cogia a su secretaria, mientras yo estaba dado vuelta, mientras en la calle llovía finito, mientras Bussi era el nuevo gobernador, mientras una mano lava la otra, mientras todo y todos seguían igual…
Otro cigarrillo prendido con el anterior y miramos un poco la gente pasar.
- Tucumán esta lleno de borrachos folcloristas – me dice como renunciando a algún recuerdo, le asiento con la cabeza y una media sonrisa fingida, aunque se a que se refiere no me causa gracia su chiste. La cultura alcohólica en Tucumán es como un borracho social que finge fiestas.Ya como un lago de fuego, el pavimento se hace un vaho de vapores de caucho quemado, casi como si las llantas de los autos al pasar se quemaran de a poquito. El vaso de Pablo esta muy caliente, hecha el resto a la calle y vemos como se evapora muy rápidamente. Y es buena señal para pedir otra.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

no se debería llamar "cronicas de un cantante?"
;) "Mike k-rro"